Descanso y sueño - En Profundidad - Insomnio en la tercera edad

Con frecuencia las personas mayores se quejan de que padecen insomnio. Las dificultades crónicas para dormir afectan en mayor medida a los ancianos que a los adultos más jóvenes. Los primeros tienen típicamente un sueño menos profundo y más fragmentado.

Las enfermedades y la toma de medicamentos son factores que contribuyen al insomnio en las personas mayores. Igualmente, estas personas tienen una menor actividad física y menor exposición a la luz solar.

Las personas mayores, incluso las que gozan de buena salud, se quejan a menudo de la poca calidad de su sueño, y la verdad es que las determinaciones mediante polisomnografía de los indicadores fisiológicos les dan la razón. El sueño profundo, entendido como porcentaje del sueño total, decrece con la edad junto con el descenso de las concentraciones de hormona del crecimiento. En la edad avanzada, el sueño REM merma en 10 minutos por década. El tiempo en el que se permanece despierto durante la noche, que es la medida de la fragmentación del sueño, se incrementa en unos 30 minutos por década.

En la relación entre la pérdida de calidad del sueño y la aparición de enfermedades crónicas en los mayores no está claro si la poca calidad del sueño contribuye a la aparición de otros problemas físicos o si son las enfermedades las responsables de la pérdida de calidad del sueño. Probablemente, en la mayoría de los casos interactúan ambos factores.

Conviene distinguir el insomnio del sueño alterado. El insomnio es la incapacidad de caer o mantenerse dormido, mientras que el sueño alterado o insomnio crónico se debe a una pérdida del ritmo circadiano, de la regulación homeostática y a la hiperexcitación. Se puede padecer insomnio pero no sueño alterado. Los adultos jóvenes tienen más dificultad para caer dormidos, mientras que las personas mayores las tienen para permanecer dormidos.

Según esto, el insomnio genera con frecuencia un aumento del riesgo de padecer depresión y una pérdida de productividad tanto en el trabajo como en la realización de las actividades de la vida diaria. Por su parte, el sueño alterado ocasiona síntomas similares a los de la deprivación de sueño.

A medida que se envejece se es más propenso a presentar insomnio secundario debido a enfermedades y trastornos del sueño, como apnea, síndrome de las piernas inquietas y alteración del ritmo circadiano.

Algunos malos hábitos de sueño son más frecuentes en las personas de edad, por ejemplo, quedarse en la cama toda la noche aunque no se esté durmiendo y dar unas cabezadas de día. Esto puede deberse a la jubilación o al aburrimiento. La solución puede estar en unas buenas prácticas de sueño.

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