A medida que se adentran en esta etapa de la vida, los adolescentes van necesitando más horas de sueño. Incluso durmiendo 9 horas cada noche, muchos de ellos presentan somnolencia a primera hora de la mañana. Este problema se ha ido agravando en los últimos años a medida que la cultura juvenil ha ido empujando a los adolescentes a acostarse más tarde, en tanto que se ha adelantado la hora de comienzo de las clases en los colegios. Muchos adolescentes confiesan que duermen 7 horas o menos en los días de clase en lugar de las 8 ó 9 que necesitan para estar despiertos durante el día.
Necesidades de sueño de los adolescentes
Las investigaciones llevadas a cabo sugieren que el ciclo sueño-vigilia cambia durante la adolescencia. Como resultado, los adolescentes tienen una tendencia natural a mantenerse despiertos hasta tarde y a levantarse también tarde. Las condiciones psicosociales y ambientales facilitan que los adolescentes retrasen su hora de ir a dormir. Las actividades deportivas, los deberes, las relaciones sociales cargan de actividad sus días y les dejan poco tiempo para dormir. Los modernos aparatos electrónicos los mantienen ocupados cuando deberían estar durmiendo. Para algunos adolescentes combinar estudios y trabajo es todo un reto que con frecuencia va en detrimento de sus horas de sueño. Algunos estudios han puesto de manifiesto que trabajar más de 20 horas a la semana durante el periodo escolar se asocia a un tiempo insuficiente dedicado al sueño y a la práctica de ejercicio.
Estudios de investigación recientes han tratado de obtener datos acerca de los adolescentes pero, como ha ocurrido con otros estudios acerca del sueño, han generado poca confianza por el pequeño tamaño de la muestra (sujetos que participan en el estudio) y la naturaleza subjetiva de los datos acerca de la calidad del sueño y la falta de estandarización en la forma de presentarlos. Parece ser que del 10 al 15% de los adolescentes padecen insomnio. De hecho es la incidencia más baja en cualquier grupo de edad de entre la población adulta. No obstante, hay indicios de que este hecho tiene un componente hereditario y las madres son los miembros de la familia que con mayor frecuencia comparten el insomnio. La mayoría de los investigadores, sin embargo, consideran que el insomnio obedece a algo más que la genética.
Numerosos expertos en sueño están reclamando que se revise el horario escolar, de manera que se retrase el comienzo de las clases por la mañana y se retrase su final por las tardes para que se acomode a los ciclos de sueño de los adolescentes.
Necesidades de sueño de los adolescentes
La pérdida de sueño se acumula con el tiempo, de forma que cuanto mayor débito acumula una persona, más negativas son sus consecuencias. En el adolescente, los efectos de una carencia crónica de sueño no se reducen a la fatiga, sino que el débito crónico de sueño afecta a la capacidad de aprendizaje.
Las consecuencias de un tiempo de sueño insuficiente en los adolescentes son: absentismo escolar, somnolencia, cansancio y pérdida de motivación, y dificultades para su control de la atención, de las emociones y del comportamiento.
Muchos adolescentes tratan de ganar horas de sueño durante el fin de semana, y hasta cierto punto esto funciona, pero también unos patrones de sueño irregulares causan problemas. Modificar el patrón sueño-vigilia en unas horas durante los fines de semana puede alterar el ciclo normal de sueño más que el jet-lag de los viajes largos.
Los adolescentes pueden presentar también trastornos del sueño como cualquier otro grupo de edad. Por ejemplo, la narcolepsia suele aparecer entre los 10 y los 20 años de edad, aunque sus síntomas son a menudo diferentes que en los de los adultos. Igualmente, la cafeína y la nicotina pueden afectar en mayor medida a los adolescentes que a los adultos, de manera que iguales dosis de estos estimulantes pueden provocarles más insomnio.
