Podemos encontrar dos tipos de insomnio:
- Insomnio ocasional o de corta duración: este tipo de trastorno del sueño engloba al 50% de las personas que lo padecen. Dentro de este tipo de insomnio, debemos diferenciar a su vez entre el de corta duración, que no se suele alargar más de tres semanas, y el transitorio, que dura sólo unas pocas noches. Este tipo de insomnio suele estar provocado por situaciones estresantes (como pueden ser una mudanza, cambiar de trabajo, casarse...), turnos de noche, jet-lag, etc.
- Insomnio crónico o de larga duración: se consideraría de este tipo si se prolongara más de tres semanas, y engloba al otro 50% de las personas que sufren problemas a la hora de conciliar el sueño. En este caso suele estar provocado por enfermedades como la artritis reumatoide, alteraciones psiquiátricas, como depresión o psicosis, asma o apnea, consumo habitual de bebidas con cafeína o alcohol o la ingestión de ciertos medicamentos.
En los lactantes y los niños, el sueño es imprescindible para la maduración del cerebro y del sistema nervioso. Durante la adolescencia, el sueño es igualmente necesario para el crecimiento (muchas hormonas como la hormona del crecimiento, se segregan durante el sueño) y la maduración sexual. En la edad adulta, el sueño sirve para restaurar el organismo, economizar las energías y optimizar nuestras funciones cerebrales (como la memorización).
En la mayoría de los casos, con seguir los pequeños consejos de higiene del sueño sería suficiente para erradicar el problema.