El tratamiento en la etapa inicial con un cumplimiento óptimo puede llevar a una mejoría de los síntomas, con lo que el paciente puede llevar una vida y actividades normales.
Cuando la cirrosis no se descubre a tiempo, el pronóstico puede ser menos favorable con respecto a tener una mejoría, y las complicaciones, como la ascitis y la hemorragia, son más frecuentes.
Es imprescindible un seguimiento médico periódico, al menos, dos veces al año. Es básico comunicar al médico con prontitud la aparición de nuevos síntomas o cambios observados por los familiares. Hay que seguir siempre las indicaciones del médico y preguntar cualquier duda con respecto al tratamiento, el régimen de vida, la alimentación o precauciones especiales (por ejemplo, conducir o no). Debe preguntarse al médico por el pronóstico futuro y los riesgos inmediatos. Tener un conocimiento adecuado de la enfermedad da tranquilidad y ayuda a tomar las precauciones oportunas. Todos los médicos que le atiendan, además de su médico habitual, deben saber que tiene cirrosis.