Violencia de género - De interés - Tópicos sobre violencia

En toda sociedad se comparten unos valores y una cultura, pero también existen mitos y prejuicios arraigados en la mente colectiva. Algunos de ellos se refieren a la violencia y los malos tratos, y es importante terminar con ellos para erradicar esos malos tratos.

Una idea muy frecuente es que la violencia se da en familias problemáticas. Este tópico, tan frecuente, parece obviar que en todos los hogares hay algún tipo de problema. La diferencia está en cómo se enfrenta la familia con ellos.

Se atribuye a una circunstancia problemática personal del hombre (alcoholismo, drogadicción, paro) su recurso a la violencia. De esta forma, se intenta justificar el hecho de que se trata de una situación puntual y transitoria cuando, en realidad, el hombre violento lo es también cuando sus circunstancias no son tan desfavorables. Muchos hombres violentos tienen una buena situación laboral y social.

La familia se considera un ámbito privado intocable, por lo que, si se dan casos de violencia, estos se convierten en un asunto de familia que no debe trascender al exterior. Ese falso respeto a la intimidad es un peligro para la integridad de las personas que sufren los malos tratos.

No es únicamente en las familias con pocos recursos económicos donde se da esta situación. Mujeres con más recursos pueden sufrir igualmente algún tipo de maltrato, y pueden verse lo suficientemente presionadas por el entorno como para no contar su situación.

Durante años, ha sido un tema del que no se hablaba, y ahora se tiende a pensar que se exagera al hablar de la violencia contra las mujeres. Cuando una mujer solicita ayuda, es porque realmente está en una situación muy seria, que puede ser mucho más crítica si la sociedad se empeña en considerar que es ella la que tergiversa las cosas.

La moda de recurrir a estadísticas para explicar la realidad lleva a pensar que es sólo un estereotipo de mujer la que sufre malos tratos: mujer pasiva, joven (entre 20 y 35 años), sin trabajo remunerado, con hijos, y que depende de un alcohólico o parado. En realidad, cualquier mujer puede sufrir una agresión.

Es corriente pensar también que muchas mujeres no se separan de sus maltratadores porque en el fondo no les disgusta su situación. En realidad es el miedo, la falta de autoestima, la depresión, la falta de apoyos, la esperanza de que la situación cambie, etc., lo que les lleva a retrasar la decisión de abandonar a su agresor.

Muchos hombres creen que la mujer en realidad no se atreve a demostrar claramente su deseo sexual y que, por ello, cuando dicen que no, en realidad están esperando que las obliguen. Hay que dejar claro que si se dice que no, es que se quiere decir no.

Muchas mujeres aguantan por sus hijos, creyendo que es lo mejor para ellos, pero esos niños acaban convirtiéndose en víctimas directas. Ver el maltrato que sufre su madre les crea trastornos de conducta, de salud y de aprendizaje.

En el caso de violación es común creer que el violador es un enfermo mental y que no es responsable de lo que hace. Es una forma de justificarlos. Muchos violadores llevan una vida normal y pueden ser personas respetadas por su comunidad.

Una mujer siente una necesidad mucho mayor de sentirse querida que un hombre. Si se trata de una mujer insegura, con baja autoestima, puede caer con más facilidad en una relación de sometimiento. Una relación en la que su pareja controla lo que hace, se muestra excesivamente celoso, la compara con otras, no respeta lo que piensa sino que trata de imponer sus opiniones, continuamente la engaña o la fuerza a tener relaciones sexuales cuando ella no quiere, etc., es una relación en la que ya se sufre maltrato por el comportamiento abusivo del hombre.

Normalmente una mujer que convive con un maltratador tarda mucho tiempo en abandonarle. Las causas más comunes son la falta de recursos económicos propios, el aislamiento, la falta de seguridad en sí misma, la necesidad de afecto y valoración, la falta de apoyos externos, etc. La situación de presión en que vive la lleva a un estado en que le es difícil reconocer su situación, y vive pendiente de su pareja, a la que cree cuando le asegura que es una inútil. Puede llegar a pensar que se merece ser maltratada. Muchas las mujeres que sufren malos tratos, ya han sido víctimas de abusos en su infancia, y arrastran desde entonces tristeza, malestar e inseguridad, una sensación de indefensión que las hace todavía más vulnerables. Cada muestra de amabilidad del maltratador les hará perdonar todo lo malo pasado anteriormente.

De cara al exterior, a la familia, amigos y compañeros, el agresor se suele comportar de manera distinta. Por lo que muchas veces, desde fuera, se quita importancia a lo ocurrido, resulta difícil de entender, lo que se traduce en una mayor soledad para la víctima, que no puede explicar su situación.

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