Salud mental - De interés - Esquizofrenia

Oír voces interiores que te avisan constantemente de que un vecino te quiere agredir y reaccionar de forma descontrolada parece algo casi comprensible. Esas voces inquietantes son las alucinaciones que, al igual que otros síntomas, como los delirios, pueden desencadenar un estallido violento en las personas con esquizofrenia (unas 400.000 en España). Pero la agresividad no es una conducta que deba asociarse per se a esta enfermedad mental.

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Un estudio realizado en España avala que los pacientes vivan en comunidad

Los fármacos con los que se trata a las personas que padecen esquizofrenia reducen drásticamente el número de conductas agresivas. Así lo indican los resultados de un estudio español recientemente publicado en la revista especializada Acta Psychiatrica Scandinavica, que recoge datos de 895 pacientes ambulatorios diagnosticados de esquizofrenia, procedentes de 283 centros públicos de salud mental de 14 comunidades autónomas.

La mayoría de los pacientes estudiados eran hombres adultos con una media de edad de casi 39 años y un diagnóstico de esquizofrenia paranoide, según los criterios del manual de psiquiatría DSM-IV-TR. Todos recibían tratamiento desde al menos tres meses antes del inicio del estudio, buena parte de ellos con un antipsicótico de segunda generación o con la combinación de dos fármacos.

Las cifras fueron reveladoras: sólo el 5% de ellos presentó alguna conducta agresiva en la semana previa a la visita de control, un valor que está muy por debajo del 10% estimado para la población general de la misma franja de edad. La mayoría de los episodios violentos fueron verbales (44%), como gritar enfadado o insultar a otros; en el 29% de los casos, la violencia iba dirigida hacia los objetos, como golpear puertas y romper cosas o desordenarlas; en el 8% de los casos se hacían daño a sí mismos, y en el 19% la violencia estaba dirigida contra otras personas, aunque no se registró ningún ataque que hubiera causado daño físico grave o moderado. Siempre fue leve, según los investigadores.

El análisis detectó algunos factores de riesgo que vienen a corroborar los hallazgos de estudios anteriores realizados en otros países: los episodios violentos eran más frecuentes entre los pacientes con antecedentes previos de conductas agresivas, recaídas o reagudizaciones en el último año o menor grado de cumplimiento del tratamiento.

Otra investigación reciente, realizada en la Universidad de Carolina del Norte, acaba de demostrar que las personas con enfermedad mental grave no son más propensas que otras a cometer actos violentos; sin embargo, cuando a la enfermedad se le suma un problema de abuso de sustancias o una historia con antecedentes de este tipo, se eleva el riesgo de que presenten conductas agresivas en el futuro.

Según el psiquiatra Julio Bobes, catedrático de Psiquiatría de la Facultad de Medicina de Oviedo, presidente de la Sociedad Española de Psiquiatría Biológica (SEPB) y director del estudio: "Los pacientes con esquizofrenia pueden vivir en comunidad porque su potencial conflictivo es bajo cuando siguen un tratamiento".

Difundir los datos de este estudio sería el arma más efectiva para romper con el estigma que perjudica enormemente la imagen y la recuperación de estas personas, subraya Celso Arango, jefe de la Unidad de Adolescentes del Departamento de Psiquiatría del Hospital General Gregorio Marañón de Madrid y coautor del estudio. Y es que, en su opinión, "estamos ante un tema muy contaminado por el efecto mediático que se agudiza porque pueden ser conductas agresivas muy impredecibles".

"La violencia en la esquizofrenia es una respuesta justificada secundaria a un pensamiento erróneo", explica Arango. "De hecho, llama la atención que no haya más personas con esquizofrenia que actúen sobre sus delirios o alucinaciones, pues sólo cabe pensar cuántos de nosotros no nos defenderíamos si pensáramos que la persona de al lado nos quiere matar".

Obligar o no obligar al tratamiento

El problema de la agresividad en personas con esquizofrenia se centra en el 15% de los casos que, según se estima, rehúyen cualquier tratamiento. En este grupo, la tasa de conductas agresivas es del 20%-30% según algunos estudios, y es superior, por tanto, al de la población general.

Se plantea entonces qué hacer con estas personas, y aquí empieza la discusión. El artículo 763 de la Ley de Enjuiciamiento Civil, referido al "internamiento no voluntario por razón de trastorno psíquico", no contempla tratar a ningún paciente contra su voluntad en régimen ambulatorio, una circunstancia que, según Julio Bobes, debería modificarse en los casos de las personas con esta enfermedad que no siguen ningún tratamiento.

En estos casos, la legislación española prevé únicamente la posibilidad de internamiento en un hospital o la incapacitación civil. En octubre de 2004, la Confederación Española de Agrupaciones de Familiares y Personas con Enfermedad Mental (Feafes), a través de representantes políticos, presentó en el Congreso de los Diputados una proposición para modificar este artículo. Sin embargo, la propuesta no prosperó en el Senado. En la actualidad, el presidente de la Feafes, José María Sánchez Monge, explica que ya no propugnan este cambio y que están estudiando proponer "nuevas vías no legislativas para conseguir un tratamiento que asegure la atención integral a la persona, porque algunos estudios indican que la obligatoriedad del tratamiento farmacológico no es efectiva".

El profesor Bobes insiste: "La sociedad tiene que decidir cómo se debe armonizar el derecho a la salud con el derecho a la libertad en estos casos". Por su parte, Celso Arango, que dirige el Centro de Investigación Biomédica en Red de Salud Mental (CIBERSAM), considera: "Sería útil en estos casos realizar un programa piloto en el que los pacientes con antecedentes de violencia estuvieran obligados a seguir un tratamiento con el fin de obtener datos que permitieran valorar la efectividad de una acción de este tipo".

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