Sida y niños, las víctimas más vulnerables

La epidemia del sida afecta a dos millones de niños en el mundo.
La mayoría de niños infectados por el VIH se contagian mediante lo que se conoce como transmisión vertical.
Los fármacos contra el sida son apropiados para los adultos pero no lo son para los niños.
La estrategia para el sida en la infancia se centra en la prevención.
La respuesta al tratamiento en los niños no es tan positiva como en los adultos y uno de cada ocho niños con sida desarrolla fracaso a alguno de los fármacos.

 

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El VIH es mucho más agresivo en los pacientes infantiles que en los adultos.  La disfunción inmunitaria del sida se desarrolla con más rapidez en los pacientes pediátricos, lo que implica mayor riesgo de muerte para los pequeños.

La mayoría de los niños infectados por el VIH se contagian mediante lo que se conoce como transmisión vertical, en la que el virus de una madre seropositiva pasa a su hijo durante el embarazo, en el parto o por la leche. Los niños también pueden contraer la enfermedad por una transfusión de sangre o cuando son víctimas de abusos sexuales. Aproximadamente dos millones de niños viven con la infección por el VIH en el mundo y unos 700 menores mueren cada día por el sida. Se trata de una auténtica pandemia en la que el niño es la víctima más vulnerable.

Fármacos inapropiados

 La epidemia del sida afecta a dos millones de niños en el mundo y estos son  los pacientes más vulnerables de esta enfermedad ya que los tratamientos no están pensados para ellos

La investigación sobre el sida está muy avanzada, pero se realiza con adultos y los fármacos resultantes de los estudios son apropiados para los adultos pero no lo son para los niños. Es cuestión de cifras; de los 22 antirretrovirales que han sido aprobados hasta ahora por la Agencia Estadounidense del Medicamento (FDA), cinco no son adecuados para tratar a los niños y seis de ellos no cuentan con formulaciones pediátricas y se deben fraccionar las dosis. Además, los nuevos fármacos, como los inhibidores de la integrasa o los antagonistas del CCR5, no están aprobadas para su uso en niños.

Por otra parte, la mayoría de los niños afectados viven en países en vías de desarrollo donde el acceso a los fármacos es más difícil y donde las familias viven la enfermedad como una vergüenza que se debe ocultar, por lo que muchos niños no reciben el tratamiento adecuado.  

Cuando los niños reciben el tratamiento, su respuesta no es tan positiva como en los adultos y uno de cada ocho niños con sida desarrolla un triple fracaso virológico, que consiste en que sufren el fallo de, al menos, uno de los fármacos de las tres clases de antirretrovirales principales. Este fracaso reduce las opciones terapéuticas futuras de estos niños y los aboca a una peor evolución de la enfermedad.

Los antirretrovirales son fundamentales para cambiar el curso de la infección en los niños y para reducir la mortalidad y, por ello, el reto actual es investigar fórmulas adaptadas a la infancia y cambiar las apreciaciones de los padres para desterrar los sentimientos de vergüenza y conseguir comenzar los tratamientos de manera precoz.

La clave es la prevención

De momento, la estrategia para el sida en la infancia se centra en la prevención y en concienciar a las madres de que deben realizarse las pruebas del VIH durante el embarazo para impedir el contagio madre-hijo.

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