Si se descubre a tiempo, un aneurisma puede ser tratado sin mayores problemas.
Si el aneurisma es pequeño y está localizado en la aorta abdominal, se puede seguir la evolución sin más mediante ecografías periódicas. Si el aneurisma es grande y se está expandiendo o su localización es peligrosa, el tratamiento consiste en sustituir la porción aneurismática de la arteria por otra arteria artificial de material sintético.
La operación es relativamente segura si se hace antes de la ruptura del aneurisma, pero los operados después de la ruptura del aneurisma tienen un pronóstico peor: menos de la mitad llega a sobrevivir.
También puede tratarse mediante la colocación de una prótesis expansible por dentro del vaso sin necesidad de cirugía abierta (a través de los vasos de las extremidades). El aneurisma permanecerá, pero la sangre circulará por el interior de la prótesis.
En los pacientes que presentan un aneurisma de la aorta ascendente o del cayado aórtico, se recomienda una aortoplastia (se coloca una aorta de tela) si el diámetro de la aorta es superior a 5 ó 6 centímetros. Se trata de una cirugía mayor que requiere el uso de un sistema de circulación extracorpórea. Si hay compromiso del cayado aórtico, puede ser necesario realizar una técnica especializada denominada "paro circulatorio", que consiste en un periodo de tiempo sin circulación de sangre, mientras el paciente se encuentra con soporte vital. La colocación de stent (una especie de tubito) es una opción menos invasiva. La muerte poco después de la operación ocurre en un 5 a 10% de los pacientes.