Envejecimiento - Lo fundamental - El envejecimiento y la salud funcional

La mayoría de las personas mayores que tienen enfermedades crónicas se sienten sanas
La salud y la capacidad funcional determinan la autonomía social de los mayores

Cada vez se concede mayor importancia a la búsqueda de formas de conservar y mejorar las habilidades de las personas que van envejeciendo, de ayudarles a manejarse de forma independiente y, fundamentalmente, de mejorar su calidad de vida. No hay duda de que la incidencia de muchas enfermedades crónicas aumenta con la edad, pero también es cierto que la gente se adapta a vivir con ellas: casi la mitad de las personas mayores describen su salud como buena.

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La esperanza de vida sin discapacidad varía entre los diferentes países y culturas. La salud de las personas de edad avanzada no debe contemplarse simplemente desde la perspectiva de la frecuencia de enfermedades o de la ausencia de las mismas. Hay muchas de estas personas que, aun teniendo enfermedades, se sienten sanas porque tales enfermedades no tienen un efecto especialmente negativo sobre sus vidas.

Actualmente se concede una gran relevancia al concepto de capacidad funcional. El estado funcional es la capacidad de una persona para llevar a cabo las actividades necesarias para lograr el bienestar y abarcaría tres campos de la funcionalidad: el biológico, el psicológico (cognitivo y afectivo) y el social.

Se entiende también por competencia funcional la mayor o menor facilidad con que una persona piensa, siente, actúa o se comporta en consonancia con el entorno en el que vive y su gasto de energía. Igualmente, la salud funcional tiene relación con el nivel al que una persona se mantiene a sí misma, la calidad con que desempeña los papeles que le corresponden en la sociedad, el estado intelectual y emocional, la actividad social, y la actitud respecto del mundo y uno mismo.

La salud y la capacidad funcional son de vital importancia para la calidad de la vida social de las personas: determinan la medida en que pueden manejarse con autonomía, participar en diferentes eventos, visitar a otras personas, utilizar los servicios que les ofrece la sociedad, y enriquecer sus vidas y las de las personas que les rodean.

Actividad física y beneficios para las personas al envejecer

La actividad física o el esfuerzo fisiológico afecta a seis áreas: la forma del cuerpo, la fuerza de los huesos, la fuerza de los músculos, la flexibilidad del esqueleto, la forma física del motor y la forma física del metabolismo. Además, hay otras áreas que se benefician de la actividad física y que son la función cognitiva, la salud mental y la adaptación a la sociedad.

Un grupo de expertos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) señaló que un estilo de vida pasivo, básicamente sedentario, contribuye a tener una mala salud y una capacidad funcional reducida.

A medida que se van cumpliendo años, la reducción de la actividad física y el creciente número de enfermedades crónicas que van apareciendo crean un círculo vicioso: las enfermedades y las consiguientes discapacidades que generan reducen la actividad física, lo que a su vez influye negativamente sobre la capacidad funcional y agrava las discapacidades causadas por las enfermedades. Un mayor grado de actividad física ayuda a prevenir muchos de los efectos negativos que tiene el envejecimiento sobre la capacidad funcional y la salud. Además, la actividad física es la mejor manera de romper ese círculo vicioso y ayuda a las personas mayores a mejorar su salud y a aumentar su grado de independencia.

Los resultados de las investigaciones realizadas indican que, además de aumentar la capacidad muscular, la actividad física puede ayudar a mejorar la resistencia, el equilibrio, la movilidad de las articulaciones, la flexibilidad, la agilidad, la velocidad a la que se anda y la coordinación física en su conjunto. Igualmente, la actividad física tiene efectos favorables sobre el metabolismo, la regulación de la presión arterial y la prevención de la ganancia de peso. También está demostrado que un ejercicio enérgico y regular reduce el riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares, osteoporosis, diabetes y algunos tipos de cáncer.

Movilidad

A medida que con la edad se deteriora el sistema osteomuscular aumentan los problemas de movilidad, lo que afecta muy negativamente a la capacidad de las personas mayores para manejarse de una manera independiente.

La fuerza muscular de las piernas es de especial importancia para andar, subir y bajar escaleras, y conservar la movilidad general. Subir escaleras es una manera sencilla de mejorar la fuerza muscular de las piernas. Cualquier ejercicio de este tipo acabará teniendo un efecto positivo sobre la calidad de la vida diaria.

Enfermedades cardiovasculares

Es sabido que las enfermedades cardiovasculares son una de las principales causas de muerte en muchos países. Los datos obtenidos de la investigación demuestran que realizar una actividad física enérgica y regular contribuye a reducir el riesgo de sufrir este tipo de enfermedades.

Osteoporosis

La osteoporosis es la pérdida de densidad de los huesos y tiene como consecuencia un incremento del riesgo de sufrir fracturas óseas. La osteoporosis relacionada con la edad comienza alrededor de los 40 años y continúa hasta el final de la vida. A causa de los cambios hormonales que experimentan con la menopausia, hay una mayor incidencia de osteoporosis en las mujeres que los hombres. El ejercicio, y concretamente el ejercicio con pesas, es un tratamiento muy recomendado para prevenir la osteoporosis, además de una adecuada ingesta de calcio y una conveniente toma de baños de sol para ayudar a sintetizar la vitamina D, necesaria para la absrción del calcio.

Caídas

Las caídas son una de las principales causas de fracturas óseas en las personas mayores. Se calcula que cada persona mayor de 65 años sufre al menos una caída al año, y que el número de caídas de las personas de más de 84 años es aproximadamente ocho veces mayor que en las de 65-69 años. Además, alrededor de un tercio de las personas que se caen sufren fracturas como consecuencia de las caídas.

Pues bien, los ejercicios con pesas, los ejercicios físicos combinados con el entrenamiento del equilibrio y los programas que abarquen diferentes tipos de ejercicio pueden ayudar a reducir la frecuencia de las caídas.

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