Envejecimiento - En Profundidad - Ejemplos de cambio y estabilidad de funciones cognitivas y afectivas en la vejez

Las personas mayores tienen una amplia capacidad de aprendizaje
Algunas funciones intelectuales van a menos con la edad, pero otras se mantienen de forma permanente.
La experiencia emocional negativa es menos frecuente a partir de los 60 años de edad.

Hay que tener en cuenta que se está considerando la vejez como una etapa de la vida, y que a ella los distintos individuos llegan con muy diversos bagajes y experiencias debido no sólo a su estado biológico, sino sobre todo a su aprendizaje y a las circunstancias en las que les ha tocado vivir. Por ello, una de las características más claras del envejecimiento es su gran variabilidad de unos individuos a otros. Aquí se van a presentar unos determinados patrones de cambio en la vejez, pero se ha de tener muy presente esa variabilidad .

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Funciones cognitivas

Durante el proceso de envejecimiento se produce un enlentecimiento del funcionamiento cognitivo. En otras palabras, las personas mayores tardan más en responder a la información que reciben que las más jóvenes, sobre todo si las tareas que se les plantea realizar requieren un alto grado de atención. Sin embargo, las personas mayores tienen una amplia capacidad de aprendizaje.

Muchas personas mayores afirman que tienen fallos a la hora de recordar nombres, números de teléfono, cosas que tienen que hacer, si han apagado el gas y otros muchos pequeños asuntos de la vida cotidiana. Sin embargo, conviene dejar claro que existen recursos para mejorar los sistemas de memoria que han declinado. Por ejemplo:

  • Estar muy motivado.
  • Jugar a recordar de una forma deliberada: recordar por recordar.
  • Prestar mucha atención.
  • Repetir, repetir y repetir.
  • Dedicar mucho tiempo al aprendizaje y la memoria.
  • Organizar mentalmente la información a recordar.
  • Buscar y establecer asociaciones entre la información que se quiere recordar y otros sucesos cotidianos.
  • Crear imágenes mentales de lo que se quiere recordar.
  • Utilizar ayudas externas como agendas, libretas, etc.

La inteligencia, que podríamos definir como el conjunto de competencias que permiten resolver problemas de importancia para cada persona, es también un resultado de la interacción entre factores biológicos y ambientales. Así, la inteligencia biológica (también llamada fluida) aglutina aptitudes como la velocidad perceptiva, la fluidez verbal, el razonamiento o la aptitud espacial, y se desarrolla extraordinariamente durante los primeros 30 años de nuestra vida, mientras que la inteligencia cultural (también llamada inteligencia cristalizada) abarca aptitudes de información, comprensión, vocabulario y otras, y una vez alcanzada una cierta meseta, el nivel se mantiene constante o incluso se incrementa hasta edades avanzadas de la vida.

Por tanto, existen funciones intelectuales que van a menos con la edad y otras que se mantienen a lo largo de la vida. Incluso hay formas de juicio y comprensión que se incrementan en la vejez. Pero es que, además, hay pruebas sólidas de que la actividad intelectual (desde hacer crucigramas a jugar al ajedrez, por poner algún ejemplo) mejora el funcionamiento intelectual en la vejez, y de que las personas que realizan actividad intelectual en su vida cotidiana son menos propensas a presentar demencia.

Funciones afectivas

En el ser humano la inteligencia se entremezcla con el sentimiento y la pasión a la hora de comportarse inteligentemente. Los sentimientos y las emociones conforman la afectividad.

La vejez lleva aparejadas una serie de situaciones conflictivas: la jubilación, la pérdida de seres queridos, la marcha de los hijos, una enfermedad crónica o polipatologías que en ocasiones conllevan discapacidad y dependencia y, desde luego, la certeza de que se está más próximo a la muerte. Y todo ello asociado a otros eventos negativos más que ocurren casi de forma inevitable. Es lógico pensar que todos esto producirá en las personas que los sufren reacciones afectivas negativas: depresión, soledad, malestar, en definitiva, sufrimiento. Pero, ¿es esto realmente así?

Pues curiosamente no. Las personas mayores no expresan una menor felicidad, bienestar o satisfacción con la vida que las más jóvenes. ¿Cómo es posible que la edad no influya en la felicidad cuando está asociada a eventos vitales negativos, a penalidades y situaciones conflictivas que necesariamente deben conllevar sufrimiento? Las conclusiones de los estudios realizados a este respecto son las siguientes:

  • Cuando se es mayor, se experimentan emociones con la misma intensidad que cuando se es joven, y los mayores sienten emociones positivas con igual frecuencia que las personas más jóvenes.
  • Existen pruebas de que la experiencia emocional negativa se da en mucha menor frecuencia a partir de los 60 años. Las personas de esas edades expresan más "felicidad", "gratitud" y "contento" que "frustración", "tristeza" o "rabia".
  • La conclusión de quienes investigan el mundo afectivo de los mayores es que en la vejez existe una mayor complejidad y riqueza emocional y, por tanto, una mayor "madurez" afectiva.

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