Tabaquismo - En Profundidad - Trastornos y problemas cotidianos del tabaco

La salud del fumador se ve desde el primer día alterada por multitud de pequeñas molestias
Tras los primeros síntomas de intoxicación, muy desagradables, el cuerpo se "acostumbra" al cigarrillo, ya no lo rechaza, acaba habituándose a él y termina "necesitándolo"
Muchas veces el cigarrillo no calma, sino que excita, y no tranquiliza, sino que irrita
Muchos incendios, del 5% al 10% en viviendas y hasta el 15% de los forestales son consecuencia de cigarrillos encendidos o mal apagados

Las caladas iniciales de su primer cigarrillo avisan ya al fumador de un sinfín de molestias que le acompañarán durante toda su existencia. Las toses, los ahogos, las náuseas y los mareos que aparecen después de aspirar directamente su primer humo son la forma en que el organismo le advierte de que el tabaco es un tóxico que le revuelve y descompone el cuerpo. Pero, tras estos primeros síntomas de intoxicación, su cuerpo se "acostumbra" al cigarrillo, ya no lo rechaza con métodos tan expeditivos, acaba habituándose a él y termina "necesitándolo".

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Sin embargo, la toxicidad del tabaco sigue haciendo mella de forma evidente en la vida del fumador, originándole una serie de molestias y trastornos que, aunque no tan violentos como los de "la primera vez", le obligan a convivir cotidianamente con una sensación más o menos difusa de malestar, que abarca desde trastornos "ligeros" hasta un deterioro evidente de su salud y su aspecto físico.

Reconocer cuáles son esas situaciones, y saber cómo aliviarlas, ayudará a la persona fumadora a vivir en un entorno mejor y con unas condiciones mucho más saludables, y, sobre todo, a plantearse seriamente el abandono del consumo del tabaco.

La salud del fumador se ve desde el primer día alterada por multitud de pequeñas molestias y por la mayor tendencia a padecer trastornos crónicos y agudos más o menos llevaderos, que en muchos casos no son otra cosa que una advertencia del deterioro que el tabaco está produciendo en su organismo.

Trastornos del sueño

Las personas fumadoras tienen mayores problemas de insomnio que las no fumadoras. En general, además de más dificultades para conciliar el sueño, también experimentan más alteraciones durante el mismo, lo que les lleva a dormir peor y descansar menos. Esto origina que muchos fumadores estén somnolientos, de mal humor y cansados durante el día. Para contrarrestarlo, acaban fumando aún más, lo que crea un círculo vicioso del que es muy difícil salir si se continúa fumando. Mientras que sólo una de cada cinco personas no fumadoras roncan, prácticamente la mitad de las que fuman lo hacen habitualmente, algo que deja de pasar al abandonar el tabaco.

La mejoría del sueño se obtiene de forma evidente tras abandonar el tabaco, aunque durante los primeros días, y a consecuencia del síndrome de abstinencia (que desaparece al poco de dejarlo), es habitual que estos trastornos sean aún más pronunciados.

Trastornos del carácter y de las capacidades intelectuales

El tabaco también origina múltiples situaciones cotidianas en las que el malestar se apodera del fumador. Incapaz de controlar las reacciones fisiológicas de la nicotina en su organismo, muchas veces el cigarrillo no le calma, sino que le excita, y no le tranquiliza, sino que le irrita. Además, le provoca una disminución de sus capacidades intelectuales, ocasionándole problemas de atención, que hacen que los fumadores sean los conductores con mayores riesgos de accidentes de tráfico. Su continua dependencia y su imprevista ausencia le provocan nervios y ansiedad, lo que puede acabar favoreciendo (y provocando) diversos estados depresivos.

Alrededor del 5% de los accidentes de tráfico están causados por los problemas de atención y concentración que el tabaco causa entre los conductores que son fumadores.

Peligro de incendio

El enorme poder de combustión de los cigarrillos, que les hace seguir prendidos incluso cuando teóricamente se han apagado, provoca que, por inconsciencia o descuido, se originen muchos incendios: del 5% al 10% de los incendios en viviendas y hasta el 15% de los forestales son consecuencia de cigarrillos encendidos o mal apagados. Afortunadamente, la nueva normativa obliga a los fabricantes a incluir tres hilos metálicos que hacen que el cigarrillo se apague si se deja de fumarlo.

Tos matutina

La frecuente, y a menudo violenta, tos matutina del fumador va acompañada de una expectoración nada agradable a la vista.

Pero el fumador, acostumbrado a convivir con tan desagradables síntomas, apenas sí les concede importancia. Sin embargo, debería saber que esa tos es la primera señal de alarma y el primer síntoma de una gravísima enfermedad: la bronquitis crónica, que si es diagnosticada a tiempo y el fumador abandona el tabaco, tiene curación. Sin embargo, si continúa fumando a pesar de esos síntomas iniciales, no tendrá curación, pudiendo desarrollar una enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) y causarle incluso la muerte. 

La tos y las abundantes expectoraciones matutinas desaparecen al cabo de pocos días de dejar de fumar. Sin embargo, durante los días inmediatos al abandono del tabaco, se hacen más abundantes y frecuentes que cuando se fumaba.

Limpieza profunda

Durante los primeros después de dejar de fumar es frecuente que la expectoración y las toses matutinas continúen y además se repitan durante la jornada. Sin tabaco, los bronquios regeneran los cilios bronquiales y vuelven a limpiar las vías respiratorias de todas las sustancias extrañas.

Inflamación e irritación de las mucosas

El efecto tóxico de los componentes del tabaco produce inflamaciones e irritación de diversas mucosas del organismo, y es la causa de muchos trastornos comunes a un gran número de fumadores: desde padecer frecuentes (o crónicas) conjuntivitis (inflamación de la membrana de los párpados, que produce una intensa irritación y enrojecimiento en los ojos), a sufrir diversas enfermedades de tipo digestivo (como úlceras, diarreas y acidez), así como molestias y trastornos en la boca, oído y garganta (sequedad, afonías y ronqueras, dolorosas ulceraciones e inflamaciones en el paladar y las encías, infecciones de oído), y otras, que pueden acabar desembocando en enfermedades crónicas y graves, entre las que se encuentran varios tipos de cáncer.

El cigarrillo "laxante"

Algunos fumadores califican al primer cigarrillo de la mañana como un excelente laxante. Efectivamente, la nicotina actúa sobre el intestino grueso y delgado y aumenta sus movimientos, lo que facilita el descenso de las deposiciones. Aunque es cierto que el abandono del tabaco va seguido de unas semanas de estreñimiento, también lo es que esta molestia suele desaparecer a las ocho o diez semanas de haber dejado de fumar.

Tendencia a la enfermedad

El tabaco destruye algunas vitaminas y minerales indispensables para el buen funcionamiento de las defensas naturales de nuestro organismo. Por eso, el fumador acaba siendo blanco fácil de las más diversas enfermedades infecciosas, y suele ser el primero en coger gripes, resfriados y muchos otros trastornos para los que su debilitado sistema de defensas no tiene recursos con los que luchar.

Los síntomas del malestar del fumador, incluso los que son consecuencia de enfermedades que se han terminado convirtiendo en crónicas, se reducen significativamente en el momento de dejar de fumar, y muchos de ellos desaparecen definitivamente.

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