Discapacidad y salud - En Profundidad - Barreras arquitectónicas

En el urbanismo se usa el término barrera arquitectónica para designar aquellos obstáculos físicos que impiden que determinados grupos de población puedan llegar, acceder o moverse por un edificio, lugar o zona en particular.

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Por ejemplo, los bordillos de las aceras son barreras arquitectónicas, ya que impiden que las personas con sillas de ruedas puedan desplazarse fácilmente por las ciudades. También lo son las escaleras sin rampa, cuya pendiente máxima está fijada en España por las normas nacionales, autonómicas y locales en un 12%.

Las barreras arquitectónicas están presentes en la calle de manera habitual, no sólo en los bordillos, sino en los pasos estrechos, los desniveles, las escaleras, etc., que son de muy difícil superación para las personas discapacitadas. Pero no sólo en la calle hay barreras para los discapacitados, incluso en los alrededores e interiores de los edificios de uso público hay barreras de difícil superación. La revista OCU-Compra Maestra, de la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU), publicó recientemente un estudio sobre movilidad y barreras arquitectónicas realizado en 12 ciudades españolas, en un total de 143 edificios de uso público. El estudio revela que uno de cada dos edificios visitados es de difícil acceso para una persona discapacitada.

Los problemas de accesibilidad afectan, sobre todo, a los minusválidos en silla de ruedas, aunque estos no son los únicos perjudicados: según el Instituto Nacional de Estadística, un 9% de la población tiene deficiencias que le dificultan desplazarse, ver, oír, comunicarse, etc. Pero lo cierto es que una buena accesibilidad beneficia a todos: cuando se lleva a un niño en una sillita, cuando se cojea por culpa de una lesión, cuando se va cargado, etc.

Accesibilidad exterior

La primera parte del estudio realizado por la OCU se centró en los medios de transporte y en las barreras urbanísticas que pudiese haber en los alrededores de los edificios analizados. Se encontró que:

  • Más de la mitad de los edificios no tenía cerca de la entrada pasos de peatones adecuados para sillas de minusválidos.
  • Tan solo una tercera parte de los edificios dispone de plazas reservadas para minusválidos frente a la puerta principal.
  • La mayoría de los edificios contaba en sus cercanías (a no más de 200 metros) con alguna parada de autobús, metro o tren adaptada para personas discapacitadas. Sin embargo, el grado de adaptación no siempre era el ideal.

Accesibilidad interior

El núcleo del estudio fue el análisis interior de los edificios seleccionados. Lo que se conoce como accesibilidad arquitectónica. Se demostró que:

  • El principal problema de acceso al que se enfrenta una persona con minusvalía son las escaleras. Casi la mitad de los edificios visitados tenía dos o más escalones, y sólo el 40% de los edificios tenían medios alternativos para superarlos (rampas, ascensores, plataformas).
  • Aunque ocho de cada diez rampas eran utilizables por una persona en silla de ruedas, únicamente un 9% fueron bien valoradas por presentar el resto pendientes excesivas, estrechez y/o ausencia de una barandilla.
  • La presencia de un ascensor para subir o bajar de planta es imprescindible en el caso de las personas discapacitadas. A pesar de ello, el 13% de los ascensores analizados son difícilmente utilizables o incluso imposibles de usar por un minusválido en silla de ruedas debido, sobre todo, a la estrechez de las puertas.
  • La puerta es otro de los obstáculos principales para las personas en silla de ruedas. Una de cada diez era difícil de superar, generalmente porque era de doble hoja y uno de sus lados estaba cerrado (para desbloquearla hay que quitar un pestillo arriba). Algunos de los edificios visitados ofrecían entradas alternativas preparadas para discapacitados.

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