La embolización arterial permite preservar el útero y detener alrededor del 90% de las hemorragias posparto

Un 80% de las muertes de mujeres durante el parto o en los días posteriores al mismo se deben a causas evitables o tratables

Se estima que cada año mueren en todo el mundo alrededor de 140.000 mujeres durante el parto o los días posteriores al mismo. En Europa la tasa de fallecimientos es de 12 mujeres por cada 100.000 neonatos vivos, una tasa que en algunas regiones de África se dispara hasta las 1.300 mujeres. Un 80% de estas muertes se deben a causas evitables o tratables, como la hemorragia posparto, que hace referencia a cualquier pérdida de sangre (primaria o secundaria) que se produzca durante el momento del parto o durante los 42 días posteriores al mismo.

"Cuando una mujer se queda embarazada se crea la placenta, que funciona como si fuese un nuevo órgano y que tiene muchas conexiones arteriales y venosas con el útero. Cuando nace el bebé y se expulsa la placenta, el útero se tiene que contraer y, al hacerlo, cierra estas conexiones arteriovenosas. Si por alguna razón el útero no es capaz de cerrar esas conexiones, eso da lugar a un sangrado abundante y constante que llamamos hemorragia posparto aguda, que puede poner en riesgo la vida de la madre", explica la doctora Mireia Teixidor Viñas, radióloga vascular e intervencionista del Hospital Universitari Parc Taulí de Barcelona y miembro de la Sociedad Española de Radiología Vascular e Intervencionista (SERVEI). Teixidor señala que, a diferencia de la aguda, la hemorragia posparto crónica se produce pasados unos días o semanas después del parto, y normalmente se debe a la retención de placenta, que puede provocar que las conexiones arteriovenosas creadas por ésta se puedan ir comportando de forma cada vez más agresiva, hasta desarrollar una malformación arteriovenosa o un aneurisma, que es lo que produce un sangrado crónico que se puede reagudizar.

Como apunta la experta, no todas las pacientes que sufren una hemorragia posparto requieren de un tratamiento agresivo: "normalmente se hace un manejo conservador, se pone un balón que se hincha dentro del útero para presionar la pared uterina e intentar disminuir la hemorragia y también se da tratamiento médico endovenoso para intentar que el útero se contraiga". Si estos tratamientos conservadores no funcionan, el tratamiento de elección sería la embolización de las arterias uterinas. En última instancia, si éste tampoco parase la hemorragia, la única alternativa sería la resección del útero (histerectomía) para salvar la vida de la madre. Hay que tener en cuenta que se estima que la cantidad de sangre perdida por una mujer en un parto es de entre 200 y 300 mililitros. Sin embargo, con una hemorragia posparto se pueden perder múltiples litros, lo que pone a la paciente en una situación crítica.

La embolización, no obstante, señala la doctora Teixidor, tiene un alto rendimiento y una efectividad de entre el 86% y el 98%. Además, si la paciente sigue sangrando, se puede volver a realizar la intervención. La embolización de las arterias uterinas es una intervención rápida y mínimamente invasiva que lo que busca es ocluir la arteria de manera temporal para parar el sangrado. "Lo que hacemos es cateterizar ambas arterias ilíacas internas e inyectar espongostan (una sustancia que ocluye temporalmente el flujo sanguíneo) para parar la hemorragia y que la paciente sobreviva", explica la experta, que añade que la idea de esta intervención es que las pacientes sobrevivan y no pierdan el útero: "Hablamos normalmente de mujeres jóvenes, por lo que el objetivo es salvar el útero para que, si así lo desean, puedan volver a quedarse embarazadas en el futuro".

La embolización de las arterias uterinas llevada a cabo por los radiólogos intervencionistas presenta, además de la preservación del útero, muchas ventajas respecto a una intervención quirúrgica mayor como la histerectomía urgente. "Una cosa es hacer una histerectomía porque tienes un tumor y hay que quitar ese útero y otra hacer esta intervención de forma urgente, inmediatamente tras el parto. Además del trauma psicológico asociado, las complicaciones asociadas a ésta última son mucho mayores, como el riesgo de sobreinfección, prolapso vaginal y menopausia precoz, con todo lo que ello conlleva", argumenta.

Los radiólogos intervencionistas también ayudan a preservar el útero con intervenciones preventivas

Como explica la portavoz de la SERVEI, hay una serie de factores que predisponen a algunas mujeres a sufrir con casi total seguridad una hemorragia posparto y que, por tanto, permiten establecer tratamientos preventivos.

"La placenta, como cualquier órgano, se puede comportar de forma más agresiva, como si quisiese ser un tumor, e infiltrarse en el útero, la vejiga o cualquier órgano que esté alrededor. Esto es lo que se conoce como placenta anómalamente adherida. Este tipo de placentas se encuentran básicamente en pacientes que han tenido antecedentes de cesárea o en pacientes multíparas, que han tenido más de tres embarazos. Esos úteros ya están muy tocados, hay zonas con cicatrices, así que para la placenta es fácil penetrar", continúa la especialista. La existencia de esta placenta anómalamente adherida se puede sospechar durante la ecografía y verificar con una resonancia. En el caso de ser positiva, eso indicaría que ese bebé no podrá nacer por un parto vaginal, sino que tendrá que nacer necesariamente a través de una cesárea que, además de para extraer al bebé, sirva también para limpiar ese útero infiltrado. En estos casos, los radiólogos vasculares e intervencionistas, a través de una intervención mínimamente invasiva previa a la cesárea, colocan, guiados por escopia y con una dosis de radiación muy baja, un balón en cada arteria ilíaca interna. "Estos balones se quedan deshinchados y en el momento en que se va a hacer la cesárea y se extrae el feto, se hinchan de tal manera que en vez de que pase el 100% de la sangre, pase solo el 80%, lo que ayuda a mantener una cierta vascularización del útero y, a la vez, al ser la vascularización tan baja, se permite al cirujano trabajar tranquilamente en la reconstrucción del útero sin que la paciente se desangre y sin necesidad de extraerlo entero. Además, esta no es una operación tan traumática para la paciente, porque en ningún caso siente que su vida está en peligro, ya que se le ha podido explicar todo con anterioridad", concluye la experta.

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Es un órgano efímero (desaparece tras el nacimiento) en forma de bolsa, que comienza a formarse en la segunda semana tras la fecundación y que relaciona estrechamente al bebé con su madre y atiende las necesidades de respiración, nutrición y excreción del feto durante su desarrollo. La placenta se desarrolla de las mismas células provenientes del espermatozoide y del óvulo que dieron lugar al feto.

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Crecimiento anormal de algún tejido del organismo.

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