El mayor consumo de omega-6, junto con la reducción de omega-3, una de las causas directas del aumento de ojo seco

Las vitaminas (A, D y C), y determinadas sustancias como la cúrcuma, también tienen un efecto positivo sobre la salud ocular

La enfermedad de ojo seco constituye un motivo frecuente de consulta en oftalmología y ha registrado un considerable aumento de su incidencia, que se prevé continuará en los próximos años. Para hacer frente a este problema de salud, el papel de la nutrición es clave; y es que un aporte adecuado de nutrientes podría ayudar a mejorar y prevenir esta enfermedad, tanto por las propiedades intrínsecas de determinados nutrientes como por el efecto que pueden tener sobre la microbiota intestinal.

Así se ha puesto de relieve en el acto oficial de presentación del libro "Nutrición y Oftalmología Culinaria. Enfermedad de Ojo Seco", que ha reunido a más de un centenar de oftalmólogos en Basque Culinary Center (Donostia-San Sebastián) y que ha servido para evidenciar los beneficios que se derivan de la colaboración entre la oftalmología y la gastronomía en el ámbito de la prevención y tratamiento de determinadas oftalmopatías. El Prof. José Manuel Benítez del Castillo, que actualmente preside la Sociedad Española de Oftalmología (SEO), ha colaborado con BCC Innovation en la elaboración de este trabajo clínico, de investigación y divulgación, de la mano con la Dra. María Arrizabalaga, la Dra. Usune Etxeberria y el chef investigador Nahuel E. Pazos.

"Con este libro, que cuenta con el apoyo de OmniVision Farma, se pretende favorecer el intercambio de conocimientos que, desde sus respectivas áreas de competencia, desarrollan los oftalmólogos y los expertos en gastronomía, cocina y alimentación, con el objetivo común de aunar experiencias y, con ello, difundir la evidencia científica disponible a través de documentos de utilidad para médicos, chefs, pacientes y población general", aseguró el catedrático Benítez del Castillo, quien admitió que "hay poca base científica en muchas de las dietas popularizadas actualmente".

Partiendo de esta realidad, "no cabe duda de que estamos abocados a entendernos", aclaró el Dr. Javier Mendicute, del Servicio de Oftalmología del Hospital Universitario de Donostia, que compartió mesa y tertulia en este evento con el chef Pedro Subijana, quien admitió que "cada vez los cocineros estamos más preocupados por el valor nutricional de lo que cocinamos" y, sin embargo, "sigue subsistiendo un déficit de formación sobre Nutrición entre los profesionales de la Medicina". Parte de esta deuda se pretende cubrir con esta iniciativa que, como puntualizó el Dr. Mendicute, "pone el foco no sólo en qué nutrientes pueden ser los más sanos, sino también en cómo cocinarlos".

Los nutrientes que tienen ‘la respuesta'

La enfermedad de ojo seco, como apuntó el presidente de la Sociedad Española de Oftalmología, "se enmarca en el actual estilo de vida, caracterizado por el trabajo continuado ante pantallas, el efecto de la calefacción y el aire acondicionado, la polución o la influencia de ciertas medicaciones; pero, además, se ha identificado su relación con la nutrición, considerándose actualmente ésta como una variable muy a tener en cuenta, tanto en el plano preventivo como en el terapéutico".

En los últimos años, ha habido un interés creciente en el papel de los nutrientes en la prevención y el tratamiento de la enfermedad de ojo seco, y numerosos estudios in vitro e in vivo han demostrado el efecto beneficioso de ciertos componentes de la dieta sobre la salud del sistema ocular superficial. Como se resalta en esta obra, los cambios producidos en la alimentación en este siglo XXI han determinado un claro aumento de la prevalencia de la enfermedad de ojo seco.

Un ejemplo de ello es haber pasado, desde mediados del siglo pasado, de comer alimentos con una relación de ácidos grasos omega-3/omega-6 muy favorable para los omega-3 a adoptar patrones de alimentación que incluyen una proporción mucho mayor de omega-6, lo que supone una causa directa de ojo seco. "Los omega-6 son proinflamatorios y, por lo tanto, favorecen el ojo seco; por el contrario, numerosos ensayos clínicos confirman que los omega-3 son beneficiosos para la superficie ocular", resumió el Prof. Benítez del Castillo, de manera que "una persona que tome una buena cantidad de omega-3 va a tener menos posibilidad de desarrollar ojo seco".

Distintos estudios revelan que una dieta rica en omega-6 aumenta hasta 2,5 veces el riesgo de sufrir una enfermedad de ojo seco. En cambio, los ácidos grasos omega-3 poseen propiedades antiinflamatorias, anticoagulantes y antihipertensivas. Además, regulan el metabolismo de los lípidos, la glucosa y las funciones del sistema nervioso central. En humanos, los ácidos grasos poliinsaturados han demostrado un efecto protector contra enfermedades crónicas como son las enfermedades cardíacas, el cáncer y los trastornos neurodegenerativos.

Igualmente, las vitaminas (A, D y C), y determinadas sustancias como la cúrcuma, también tienen un efecto positivo en la salud ocular.

Papel de la microbiota instestinal

Existen otras evidencias destacables sobre la influencia de la dieta, o la alimentación, en el ojo seco. Así, se ha demostrado una mayor incidencia de esta entidad en las pacientes con anorexia o en carencias de vitamina A, por malabsorción o en casos de cirugía bariátrica. También hay una mayor prevalencia de ojo seco en personas obesas respecto a las más delgadas, o en los casos de intolerancias alimentarias (gluten, lactosa, fructosa...), que condicionan estados de inflamación intestinal y, por tanto, alteraciones autoinmunes con afectación ocular, como ojo seco, uveítis o escleritis.

Otra línea de trabajo es el estudio de la influencia de la alimentación en el estado de la microbiota intestinal, evidenciando cómo los cambios o desequilibrios en ésta (disbiosis intestinal) se asocian con alteraciones autoinmunes y otras patologías de base inflamatoria. Tal es el caso de pacientes con ojo seco o síndrome de Sjögren, que poseen una flora intestinal sustancialmente diferente a la que tienen las personas que no sufren estas enfermedades.

Esta relación entre la alimentación y el ojo seco se concreta en dos vías. Según la Dra. Usune Etxeberria, "por un lado, hay un mecanismo subyacente, que es la inflamación de bajo grado crónica y sistémica, que puede surgir si nos alimentamos de una forma poco saludable, entre otros factores; por otro, la alimentación poco saludable tiene una gran influencia en nuestro ecosistema interno, la microbiota intestinal". La evidencia científica ha demostrado que una alteración en esa microbiota intestinal (en su funcionalidad) tiene una importante repercusión en la salud, tanto a nivel intestinal como en todo nuestro organismo. Por eso, para la doctora, "es necesario favorecer una mayor diversidad de esa microbiota intestinal y tratar de mantenerla en equilibrio".

Para ello, y según se recoge en este libro, es recomendable adoptar un patrón de alimentación saludable y, en este sentido, "se debe dar prioridad a los alimentos de origen vegetal", afirmó Etxeberria. Además, tal y como añadió, "si se opta por incluir alimentos de origen animal, éstos deben ser de calidad; por ejemplo, los huevos tienen una densidad nutricional muy buena, podemos consumir pescados (priorizando el pescado azul de pequeño tamaño) y determinadas carnes…". Y es que, como recomendación práctica, "el primer paso debe ser acercarnos al mercado y que nuestra cesta de la compra esté provista de alimentos que sean materia prima (que podemos encontrar en la naturaleza), alimentos frescos locales y de temporada".

Básicamente, se aconseja huir de productos ultraprocesados, que tienen grandes cantidades de azúcares añadidos, harinas refinadas, aceites vegetales refinados, grasas trans, muchos aditivos. Y, por el contrario, se propone basar nuestra alimentación en cereales, en verduras, frutas y hortalizas, y en carne no ultraprocesada.

Una enfermedad en auge

El ojo seco es una enfermedad multifactorial de la superficie ocular caracterizada por una pérdida de homeostasis de la película lagrimal, que se acompaña por síntomas oculares y en la que la inestabilidad de la película lagrimal y la hiperosmolaridad, la inflamación y el daño de la superficie ocular, y las alteraciones neurosensoriales tienen un claro papel etiológico. Actualmente, se estima que más de 5 millones de personas en España padecen esta enfermedad.

Según se ha publicado en la revista The Ocular Surface, en el informe "Lifestyle and ocular Surface" de la Tear Film & Ocular Surface Society (TFOS), con la participación del catedrático Benítez del Castillo, la nutrición puede afectar positiva o negativamente a la superficie ocular a través de la microbiota. "Se establece una asociación entre determinados nutrientes, el desarrollo de la inflamación y la aparición o empeoramiento de la enfermedad de ojo seco", informó este experto, quien recordó que "los pacientes con ojo seco tienen menor diversidad en su microbiota, y en los sujetos normales eso produce una alteración de la permeabilidad de la barrera intestinal e inflamación y ojo seco".

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