Se trata de una enfermedad grave y en muchos casos mortal, por lo que la vacunación preventiva es fundamental. El tratamiento se debe realizar con el paciente ingresado en la Unidad de Cuidados Intensivos, donde se le mantendrá alejado de estímulos que pueden desencadenar los espasmos. Se administra suero antitetánico humano y, mientras se espera a que cesen los efectos de la toxina, se utilizan sedantes en dosis muy altas (barbitúricos o benzodiacepinas, y bloqueantes musculares en los casos graves). Estos fármacos dan lugar a una alteración de la conciencia, lo que permite disminuir los efectos del dolor y la angustia. No obstante, provocan una depresión respiratoria, que impone, a menudo, respiración mecánica.
La prevención se lleva a cabo con la vacuna DTaP, que incluye el tétanos, difteria y tos ferina, que se administra en la niñez. Es necesario recibir las vacunas de refuerzo cada diez años para conseguir una correcta inmunización.