Embolia pulmonar - Qué es

Define el proceso por el que, tras desarrollarse un coágulo en cualquier vaso sanguíneo de cualquier parte del cuerpo, éste se desprende y puede viajar por la corriente hasta una arteria del pulmón obstruyéndola. En general, el resto de los vasos del pulmón son capaces de aportar suficiente riego a éste, pero, cuando se trata de una arteria importante, existe una porción de tejido pulmonar que se queda sin riego y provoca un infarto pulmonar.

El sistema de coagulación de la sangre defiende al cuerpo de posibles hemorragias, pero los coágulos deben ser destruidos y, cuando esto no ocurre, dicho coágulo puede provocar una enfermedad potencialmente grave.

Una alteración de la coagulación de la sangre o un émbolo de grasa, una pequeña cantidad de líquido amniótico o una burbuja de aire pueden ocasionar un coágulo. También puede surgir el coágulo al final de un catéter intravenoso y luego romperse y transportarse hacia el pulmón.

Los pequeños émbolos no causan síntomas, pero la mayoría provocan ahogo. Éste puede ser el único síntoma, especialmente cuando no se produce el infarto. Con frecuencia, la respiración es muy rápida; se evidencian la ansiedad y agitación que pueden simular un ataque de ansiedad. Puede aparecer dolor torácico agudo, especialmente cuando la persona respira profundamente (dolor torácico pleurítico). Los primeros síntomas también pueden ser mareos, desvanecimientos o convulsiones. Las personas con oclusión de uno o más de los grandes vasos pulmonares pueden tener la piel de color azulada (cianosis) y fallecer de repente. El infarto pulmonar produce tos, esputo teñido de sangre, dolor torácico agudo al respirar y fiebre.

En las personas con episodios recurrentes de pequeños émbolos pulmonares, los síntomas como ahogo crónico, hinchazón de los tobillos o de las piernas y debilidad tienden a desarrollarse de forma progresiva a lo largo de semanas, meses o años.

Las personas mayores en los posoperatorios deberían llevar medias elásticas y realizar ejercicio para las piernas, dejar la cama pronto y reanudar la actividad lo antes posible con el fin de disminuir el riesgo de formación de coágulos.

La heparina (un anticoagulante) por vía subcutánea es el tratamiento más utilizado, después de la cirugía, para disminuir las probabilidades de formación de los coágulos en las venas de la pantorrilla. Puede causar hemorragias y retrasar la curación, por lo que su administración se reserva para pacientes con alto riesgo de desarrollar coágulos y para los que padecen insuficiencia cardiaca, shock o una enfermedad pulmonar crónica. Las probabilidades de fallecer a causa de embolia pulmonar dependen del tamaño del émbolo, del tamaño y número de las arterias pulmonares obstruidas y del estado de salud del paciente.

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