Llevar una gafa de sol no homologada es peor que no llevarla.

Una óptica especializada es un lugar seguro para adquirir una gafa de sol que no dañe tus ojos.

Federópticos recuerda que las gafas no homologadas, lejos de proteger, pueden provocar enfermedades de consecuencias fatales en los ojos.
Eduardo Ladrón de Guevara, presidente de Federópticos: "No se fíe de etiquetas y sellos fácilmente falsificables, la garantía es acudir a un centro especializado en salud visual".
Una situación especialmente grave en los niños, que reciben al año una exposición a los rayos solares tres veces superior a la de un adulto.

Hace años que nadie duda del efecto negativo del sol en la piel, y todos usamos cremas de calidad para la protección solar. Sin embargo, no se procede de la misma manera para proteger la parte del cuerpo más sensible al sol, la retina. Federópticos recuerda que una óptica especializada es un lugar seguro para encontrar unas gafas de sol homologadas, que realmente protejan los ojos. 

Una gafa de sol no homologada, y adquirida fuera de un establecimiento especializado, puede ser altamente nociva, favoreciendo posibles patologías visuales y oculares, como lesiones en la piel, queratitis, cataratas o degeneración de retina. Los Ópticos-optometristas de Federópticos recomiendan adquirir una gafa de sol bajo el asesoramiento y la prescripción profesional, en un establecimiento de óptica que cuente con un control y una homologación sanitaria adecuada.

Seis de cada diez gafas de sol no tienen control sanitario

Las ventas totales de gafas de sol en España se cifran en 21,6 millones de unidades. En torno al 30% se adquieren en tops manta y mercadillos, es decir, más de 6 millones de unidades. Casi 4 millones de unidades se usan para promociones y regalos de empresas, y otros 2 millones de gafas de sol se venden pequeños comercios, bazares o gasolineras. En resumen, 12 millones de gafas, cerca del 60% de las que se venden al año en España, son distribuidos en canales con muy baja garantía sanitaria.

Un estudio reciente de la Universidad Complutense de Madrid sobre las lentes de estas gafas comercializadas en España en bazares, top manta y establecimientos no sanitarios muestra que el 93% de las gafas analizadas no cumplen con la normativa vigente, con el consiguiente riesgo para la salud visual y ocular.

Eduardo Ladrón de Guevara, presidente de Federópticos, destaca que, sin embargo "la gran mayoría de estos productos llevan adheridas las características ópticas, el código CE y las instrucciones de mantenimiento, produciendo este hecho mayor confusión entre los usuarios." "Se trata de información, etiquetas y sellos fáciles de falsificar y de los cuales no nos podemos fiar", añade Ladrón de Guevara. "Una garantía es adquirir las gafas de sol en un centro especializado y de confianza", concluye.

Peor que no llevar nada

Cuando una persona se expone al sol, su pupila se cierra como reacción a la luz excesiva, protegiendo al ojo ante los rayos ultravioleta. Con una gafa de sol se reduce la luminosidad y la pupila se abre de nuevo, "confiada" en la protección que aporta la lente. En el caso de que la gafa no sea de calidad y no proteja correctamente, el efecto es el contrario al deseado, pues la pupila dilatada abre la puerta a los rayos solares nocivos, que llegan al fondo del ojo.

Los cristales no testados por una autoridad sanitaria pueden provocar la aparición de lesiones maculares, al carecer de filtros para partículas luminosas -tanto iónicas como electrónicas- que tienen carácter tóxico. Para una persona no experta, es difícil distinguir entre un cristal "malo" de uno de óptica, ya que las gafas compradas fuera de un establecimiento especializado pueden llevar un sello falso de la Unión Europea.

Especialmente grave en la infancia

De media, los niños reciben al año una exposición a los rayos solares tres veces superior a la de los adultos. Sin embargo, son pocos los padres que obligan a sus hijos a usar gafas de sol y esta desprotección puede provocar, tras años de una excesiva exposición al sol, tumores oculares o aumentar el riesgo de sufrir cataratas y degeneración macular, la principal causa de la ceguera en los adultos. La población más vulnerable es la que tiene ojos de color claro, lo que les hace más susceptibles a las lesiones provocadas por el sol. Muchos padres desconocen el daño que puede hacer el sol a los ojos de sus hijos. 

No todas las gafas son iguales. Las gafas de sol son, por tanto, un elemento clave de protección y se deben elegir con cuidado, en función de los ojos de cada persona, para lo cual es necesario un adecuado conocimiento de la salud visual del usuario. Las lentes tienen diferentes categorías, intensidades e incluso colores, pensados para tipos de usuario determinado. Las lentes polarizadas consiguen evitar deslumbramientos

Elegir el color de los cristales de las gafas de sol es importante si se padecen  determinadas enfermedades retinianas; en este caso debe ser un oftalmólogo quien determine qué tono debe usar el paciente. Las gafas de sol con cristales de color verde son adecuadas para hipermétropes y para personas que practican mucho deporte al aire libre; el color marrón, en cambio, da amplitud de campo, y es aconsejable miopías.

Igualmente, las personas que usan gafas graduadas también necesitan estar protegidas, ya sea utilizando un filtro que acoplar a sus lentes habituales o bien contar con unas gafas de sol graduadas o progresivas

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