Una de cada cuatro personas tiene los pies planos

Cuando esta patología surge tras una lesión o se desarrolla en el adulto, es habitual que surjan dolencias

Una de cada cuatro personas tiene los pies planos. Esta patología, más común en mujeres (hasta un 75% de los casos), no siempre genera problemas y, por ello, las personas con pies planos sin síntomas no precisan tratamiento. Ahora bien, cuando no provocan dolor, se deben tomar medidas. "Es raro que los pies planos de nacimiento (constitucionales) causen dolor en el niño o el adulto. Sin embargo, cuando el pie plano surge tras una lesión o durante la madurez en un paciente que tenía un pie con buena forma, es habitual que ocasione molestias y puede generar problemas importantes a largo plazo", explica el especialista en traumatología y cirugía de pie y tobillo, el Dr. Andrés Delgado.

El pie plano valgo es una pérdida del arco (forma o curva) en la parte interna del pie que le hace presentar un aspecto aplanado y mantiene la planta siempre en contacto con el suelo cuando la persona está erguida. La patología se debe a una pérdida de la alineación normal de los huesos del pie. Esta situación se acompaña de una deformidad donde el talón y el tobillo caen hacia la parte interna del pie. Por eso se le llama pie plano (por el aplanamiento del arco) valgo (por la caída del talón hacia dentro).

Los síntomas

Cuando esta afección se desarrolla en la etapa adulta, se trata de una patología más severa que suele presentar síntomas como dolor e hinchazón a lo largo de la parte interna del tobillo, incluso antes de que surja la deformidad. En concreto, detrás del maléolo medial (hueso que sobresale en esa zona). Sobre el origen de esta molestia, el Dr. Delgado indica que "se debe a una sobrecarga del tendón que pasa justo por detrás del tobillo y es uno de los encargados de mantener la forma del pie. El exceso de carga hace que trabaje más y se deteriore con el tiempo".

La zona interna del pie, hacia el arco de la planta, también puede presentar dolor. En esta área se encuentran ligamentos importantes que, cuando el pie colapsa, ceden al peso, se rompen y producen molestias. En los pacientes que han perdido la forma del arco y presentan un pie deformado por la caída del talón y el tobillo hacia la parte interna del pie, también son frecuentes los problemas en la parte externa.

A largo plazo, debido a la pérdida de alineación de la estructura del pie, las articulaciones entre los huesos trabajan de forma inadecuada, y esto puede conllevar un desgaste del cartílago que provoque artrosis entre los huesos del calcáneo, astrágalo, escafoides tarsiano y cuñas.

Acabar con las molestias

Respecto a las alternativas para terminar con las molestias que puede ocasionar esta patología, el Dr. Delgado afirma que "la mayoría de los pies planos son normales, no dan problemas, suelen funcionar bien y no necesitan tratamiento. Ahora bien, cuando un pie plano genera molestias, ya sea en una persona que lo tiene desde su infancia o en un adulto que comienza a sentir que aparece una deformidad, se debe iniciar un tratamiento con métodos no quirúrgicos. Solo cuando las medidas conservadoras fracasan, nunca antes, se puede optar por una intervención quirúrgica".

En el caso de los adultos (más problemático) el tratamiento siempre comienza con métodos no quirúrgicos. Así, en un primer momento, se opta por medidas como la rehabilitación y las plantillas. Sobre esta última opción, el doctor recalca que "las plantillas son un elemento clave para tratar el pie plano valgo en adultos. Este dispositivo brinda el soporte suficiente para mejorar los síntomas, pero hay que entender que no corrige las deformidades".

Si esas medidas fracasan, se puede recurrir a la cirugía. "En un pie plano sin artrosis hay que restructurar el esqueleto del pie. Para lograrlo, se realizan cortes en los huesos (osteotomías) que se fijan con tornillos. Además, a veces también es necesario reparar tendones, ligamentos o alargar el tendón de Aquiles y los músculos que lo constituyen", afirma el especialista. En el caso de que haya artrosis, el tratamiento es similar, pero en vez de cortar huesos, se realizan fusiones que sacrifican articulaciones. El pie resultante será más rígido, pero funcional e indoloro.

"En todas estas intervenciones se emplea cirugía mínimamente invasiva (reduce el castigo en la zona). Pero no todas las correcciones se pueden llevar a cabo a través de cirugía de cortes pequeños. Por ello, combinamos la cirugía abierta (convencional) y poco invasiva para mejorar el postoperatorio y ofrecer una recuperación más rápida. Aun así, es importante recordar que son tratamientos importantes y, por ello, requieren de recuperaciones largas".

Los niños no suelen precisar tratamiento. Cuando aparecen síntomas y presentan un pie plano flexible, el tratamiento se inicia con plantillas y ejercicios para fortalecer y desarrollar los músculos del pie y la pierna. Cuando la deformidad es exagerada, es posible corregir la forma. "En esos casos se puede optar por cirugías muy poco agresivas en las que, a través de un tornillo, se corrige la posición. Una vez que el pie adopta la forma adecuada, el dispositivo se retira", afirma el especialista. Los pies rígidos cuentan con otras alternativas quirúrgicas, pero son mucho menos frecuentes.

Origen de las molestias

Los bebés y niños pequeños presentan de forma habitual un pie plano porque forma parte del crecimiento, ya que el arco no se ha desarrollado todavía. En la mayoría de las personas, la curva se desarrolla durante la infancia, pero a veces nunca se forma.

Ahora bien, el arco también puede aplanarse a lo largo de la vida adulta. Es decir, un adulto que no presentaba esta patología, termina por desarrollarla. "Los pies son estructuras que soportan mucho peso y están sometidas a un gran trabajo mecánico. Con los años, las estructuras que dan soporte al pie y ayudan a sujetar los huesos entre sí, ya sean ligamentos o tendones, pueden debilitarse hasta que el arco termina por colapsar y se pierde el puente".

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