El equipamiento que utiliza esta técnica se basa en el uso de un microdesbridador modelo IPC que permite reducir el tamaño de las amígdalas y vegetaciones sin tener que extirparlas, por lo que se puede conservar una delgada capa de estos tejidos y se preserva la funcionalidad.
Está técnica está aprobada por la FDA (agencia americana para la autorización de nuevos medicamentos y productos sanitarios) y se debe considerar un gran avance en el tratamiento de numerosas patologías en el campo de la Otorrinolaringología.
Con las técnicas convencionales, utilizadas hasta el momento, existía el riesgo de sangrado y un dolor posoperatorio que duraba hasta diez días.
Con esta nueva técnica, el paciente puede marcharse el mismo día del hospital y es capaz de comer con normalidad a partir del segundo.