La anorexia del envejecimiento es el mayor cambio en la conducta alimentaria de las personas mayores

Todos los aspectos del acto alimentario pueden estar alterados en la persona con demencia.
Existen diversos factores nutricionales y nutrientes que pueden ayudar a prevenir la demencia.
En la enfermedad de Alzheimer, cuanto más afectación cognitiva y funcional presenta la persona, mayor es el grado de malnutrición.
"El tratamiento de estos trastornos debe formar parte de la estrategia global de mejora del estado nutricional de los pacientes con demencia".

San Sebastián ha acogido, dentro del Curso de Verano de la Universidad del País Vasco (UPV/EHU) "Los derechos no caducan con la edad ni con el deterioro cognitivo", la ponencia del médico geriatra Iñaki Artaza, titulada "Aspectos de interés sobre nutrición y demencia". En ésta, el director Asistencial de Igurco Servicios Sociosanitarios de Grupo IMQ ha abordado distintos aspectos que relacionan la nutrición con las demencias y la enfermedad de Alzheimer: los factores nutricionales y prevención de la demencia; el estado nutricional de estos pacientes y la intervención nutricional.

Tal y como ha señalado el especialista en Geriatría, "varios nutrientes tienen un papel clave en las demencias. Por ejemplo, los ácidos grasos poliinsaturados, como el omega 3 y sus derivados, ayudan a prevenir el deterioro cognitivo y juegan un importante papel en el control de los procesos inflamatorios. Estos procesos de inflamación pueden generar excesos del péptido beta-amiloide, cuya acumulación en placas dentro del cerebro es característica en la enfermedad de Alzheimer".

El experto también se refirió al ácido fólico y a las vitaminas del grupo B. "Cuando una persona mayor tiene una ingesta deficiente de ácido fólico y vitaminas B12, B6 y B7, puede tener dificultades para metabolizar correctamente la homocisteína. Precisamente, el exceso de homocisteína es un factor de riesgo importante para la salud de los vasos sanguíneos y puede contribuir a la demencia vascular".

Otra vitamina, la vitamina E, "que es liposoluble y antioxidante, puede atrapar los radicales libres presentes en las placas amiloides, ralentizando la progresión de la enfermedad de Alzhéimer. Por eso es necesario mantener un consumo adecuado de alimentos ricos en esta vitamina".

En su alocución se refirió igualmente a los beneficios para este problema de salud de "la fibra fermentable, con efecto prebiótico" y recalcó que "el mantenimiento de la dieta mediterránea en la alimentación de las personas mayores ha demostrado que reduce el riesgo de desarrollar deterioro cognitivo leve y de que éste progrese hacia la enfermedad de Alzhéimer", ha apuntado el geriatra de Igurco.

Demencia y estado nutricional

En los pacientes con demencia, la pérdida de peso precedería a la demencia y podría ser uno de los primeros síntomas de la enfermedad. Tanto es así que se valora la utilización de este parámetro como marcador.

Por otro lado, "en las personas mayores el principal cambio en la conducta alimentaria es la llamada anorexia del envejecimiento. La anorexia en los ancianos no significa sólo una ingesta global de alimentos reducida, sino que se caracteriza por un patrón alimentario en el que algunos grupos de alimentos como el de la carne, los huevos y el pescado, así como el grupo de frutas y verduras, son más penalizados que otras categorías de alimentos (como la leche y los cereales). Sin embargo, también se da el fenómeno contrario, o hiperfagia, en la que se come mucho más de lo necesario".

Para el Dr. Artaza, en ancianos con anorexia y otros trastornos de la alimentación, acompañados por disfunción cognitiva, conductual o social "deberían contemplarse la posibilidad de que exista una atrofia de los lóbulos frontal y temporal del cerebro".

"Los trastornos del gusto pueden ser causados no sólo por una alteración del umbral del gusto y de la vía sensorial sino también por diversos trastornos mentales y físicos, incluyendo la depresión, lesiones de la mucosa oral, enfermedad de las encías, boca seca, enfermedades gastrointestinales, deficiencia en zinc, y la propia medicación". En este sentido, el deterioro del sabor puede inducir también a la pérdida de apetito.

"Todos los aspectos del acto alimentario pueden estar alterados en la persona con demencia", destacó el experto. "En la enfermedad de Alzheimer, cuanto más afectación cognitiva y funcional haya, mayor grado de malnutrición presentará la persona mayor. Además, el empeoramiento de la malnutrición se encuentra directamente relacionado con el agravamiento de los trastornos conductuales".

El tratamiento de estos trastornos debe formar parte de la estrategia global de mejora del estado nutricional de los pacientes con demencia. "Algunos autores sugieren que actuar sobre aspectos tales como la ayuda en las comidas; realizar comidas de estilo familiar y comidas compartidas con personal o cuidadores; el empleo de suplementos nutricionales, alimentos triturados y reformados, o líquidos espesados, pueden paliar los trastornos de conducta y ayudar a una mejor alimentación del paciente mayor. Sin embargo, las revisiones realizadas hasta fecha no muestran una evidencia científica sólida, por lo que son necesarios más estudios y a más largo plazo".

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