Evaluar el riesgo de progresión de enfermedad hepática con un simple análisis de sangre

Hasta ahora, la prueba de referencia para evaluar la fibrosis hepática era la biopsia hepática, un procedimiento invasivo

Uno de cada cinco pacientes con fibrosis avanzada desarrolla cirrosis en solo 2 años y medio. Ahora, un simple análisis de sangre que es posible realizarse en el laboratorio de cualquier hospital ayuda a identificar a los pacientes que requieren atención especializada, lo que disminuye la carga ocasionada por estas enfermedades en el sistema sanitario. Además, si se detecta en etapas más tempranas, la enfermedad hepática se puede revertir solo con cambios en el estilo de vida.

El ELF, test de Siemens Healthineers valora de forma efectiva el riesgo de progresión a cirrosis y/o complicaciones hepáticas en pacientes con la recién denominada enfermedad hepática esteatósica asociada a disfunción metabólica o MAFLD (anteriormente NAFLD) y su forma más severa, la disfunción metabólica asociada a esteatohepatitis o MASH (anteriormente NASH)i. En muchos casos, no se detectan hasta que es demasiado tarde porque progresan de forma asintomática hasta que la enfermedad está muy avanzada.

El Dr. Manuel Romero-Gómez, jefe de Servicio de Aparato Digestivo del Hospital Universitario Virgen del Rocío, asegura que se necesitan métodos para detectar las enfermedades hepáticas en fases precoces de la manera más rápida, más fácil y más accesible posible. Opina que es primordial que los especialistas puedan identificar a estos pacientes, ya que, por su experiencia, los que tienen fibrosis tienen un problema de salud hepático muy relevante. Para ello, explica que llevan ya años trabajando en el desarrollo de métodos no invasivos para utilizar en práctica clínica. "Para un mejor manejo de los pacientes, la atención primaria tiene que detectar la enfermedad utilizando los métodos no invasivos con la idea de derivar a la unidad de Hepatología a aquellos pacientes que de verdad tienen un alto riesgo de fibrosis hepática sin perder a aquellos que, pudiéndola tener, podrían pasar desapercibidos", advierte.

Hasta la fecha, la prueba de referencia para evaluar la fibrosis hepática era la biopsia hepática, un procedimiento invasivo en el que mediante una punción se obtiene un pequeño fragmento de hígado. En este sentido, la Dra. Isabel Llompart, presidenta de la Sociedad Balear de Laboratorio Clínico, destaca el papel del laboratorio en la detección de enfermedades hepáticas prevalentes y recuerda que son el primer eslabón de la cadena para hacer una detección precoz. "Es importante establecer una medicina preventiva frente a la resolutiva que, aquí en España, es lo más común todavía. Este cambio de mentalidad y metodología es fundamental y exige un trabajo multidisciplinar. El laboratorio clínico puede ser el nexo de unión entre todas las especialidades para hacer estos protocolos conjuntos y estrategias de salud para mejorar la salud de nuestros pacientes".

Como explica Ángel Rodríguez, director de Laboratorio en Siemens Healthineers, la prevalencia de la enfermedad metabólica grasa es tan elevada que se requiere poder hacer un abordaje sencillo para identificar a los pacientes en riesgo. "El ELF Test está diseñado para poder llegar a más pacientes y así identificar a los que están en riesgo de progresión de la enfermedad hacia complicaciones hepáticas graves, lo que supone una oportunidad para mejorar la vida de estos pacientes e impactar positivamente en el coste sanitario que supondría dar salida a una patología tan prevalente".

Sobre las enfermedades hepáticas

En España, según la Asociación Española para el Estudio del Hígado (AEEH) en 2019 apuntaban a que el 25 % de la población tenía hígado graso o esteatosis hepática y aproximadamente un 5 % habría desarrollado inflamación crónica denominada MASH. Este escenario podría llegar a suponer que aproximadamente 9 millones de personas estén afectadas en España por esta enfermedad, de las cuales 1,8 millones presentarían una forma más severa denominada MASH y más de 200.000 padecerían ya un daño hepático avanzado o cirrosis sin saberlo a causa de la falta de diagnóstico, lo que aumenta dramáticamente su riesgo de insuficiencia hepática, hepatocarcinoma o incluso la muerte.

Noticias relacionadas

> Ver todas