Pertenece al grupo de las liposolubles y ayuda al mantenimiento del sistema de coagulación de la sangre, evitando las hemorragias. La vitamina K también participa en el metabolismo del hueso ya que una proteína ósea, llamada osteocalcina, requiere de la vitamina K para su maduración. La vitamina K, pues, promueve la formación ósea en nuestro organismo.
Tiene dos variantes naturales. La K1, proveniente de vegetales de hoja verde oscura, el hígado y los aceites vegetales, también se encuentra en los tomates, los cereales integrales y el hígado de cerdo. La K2 es producida por las bacterias intestinales.
La K3 es una variante sintética de las anteriores, pero con una potencia del doble y se administra a los pacientes que no metabolizan adecuadamente las vitaminas K naturales.
Al disminuir el nivel de vitamina K en el organismo, se reduce el de las sustancias coagulantes y por tanto los tiempos de coagulación son más prolongados. De esta forma, su carencia se detecta cuando aparecen hemorragias en los distintos tejidos y órganos.
Los celíacos suelen tener problemas para la absorción de este nutriente.